viernes, 13 de julio de 2012

En defensa de un texto del buen Jesús

Como todos, recibo materiales no solicitados por el correo electrónico, y no faltan las presentaciones. No hace mucho, recibí una muy singular “Parábolas de enfoque por competencias.” Si desea ver la presentación, hágalo ahora y regrese luego.
La presentación plantea, un interesante desafío conceptual relacionado con las enseñanzas de Jesús, consideradas dentro el marco de una perspectiva técnica, a la luz de nociones que imperan en estos días en el ámbito educativo. Como todas la modas, suelen cambiar con mucha frecuencia.
Me la envió Belinda, una entusiasta estudiante de postgrado. En esos días, ellos realizaban tareas para repasar nociones conceptuales, así que la asumí como una tarea equivalente. El ejercicio propuesto era para refrescar nociones básicas impartidas a lo largo del curso. Lo ideal es aplicarlas a situaciones prácticas inesperadas.
La presentación tiene sentido del humor,  pero  si se ve en serio, podría ser desconcertante. Para compensar esto y utilizando la conceptografía desarrollada, la interpretación de las enseñanzas de Jesús, tal como lo muestra la presentación, tiene un error conceptual importante que lleva a una injusta evaluación.
Como punto de partida, hay que recordar los parámetros de un texto. Hay dos materiales pertinentes. El primero, el material Anatomía del Texto, que intenta sintetizar la complejidad de los factores que lo afectan. Justamente, el primer factor tiene que ver con el propósito o ‘areté’ de cada tipo de texto, es decir la categoría retórica a la cual pertenece. Los listados, curiosamente no incluyen la categoría retorica de la enseñanza. En nuestros cursos se ha agregado esta categoría, fundamental para nosotros. Esto y otras nociones forman parte del material de apoyo Herramientas para analizar y representar conocimientos en contextos de enseñanza,  que se intenta actualizar cada curso de análisis.
El otro material, incluido está en el blog --Internet, salud y retórica-- alude a la ‘fuerza del discurso tal como llamó Brewer (1980) a los factores retóricos, subyacentes a todo texto.
Un texto religioso debe aceptarse tal como es. No puede rebatirse. Solo puede comentarse. Cualquier objeción o crítica es un anatema. Criticarlo sería abordarlo desde otro credo religioso. Los apóstoles debían recordar las macro proposiciones que se repetían y agregaban para integrarlas en el corazón de cada uno, para luego elaborarlas y diseminarlas, como felizmente ocurrió. Como a todo texto se le pueden hacer anotaciones. De hecho, los textos sagrados son transcripciones de los escuchados directamente o a través de los relatos de otros y se confía en su fidelidad.
Un texto de instrucción, es diferente en términos retóricos. Como punto de partida, como lo dijo Edgard Stones, antiguo profesor de la universidad de Birmingham en los días de la Instrucción Programada, es una lección validada. Lo cual exige que pueda demostrase que el material logra la finalidad propuesta, para lo  cual previamente ha sido peusto a prueba y corregido para eliminar distractores en su fase de desarrollo. Debe demostrar en la práctica que llena su  propósito. Esto incluye la corrección previa recurrente del material, para garantizar su eficiencia.
Resulta entonces que la presentación recibida, de acuerdo a los criterios de la conceptografía que se maneja en el postgrado, contiene un error conceptual craso. Pero claro, solo detectable a la luz del manejo fluido de este marco de referencia.
La conclusión es que no se puede analizar la interpretación de un texto en el vacío. Los criterios educativos por muy sensatos que luzcan, son aplicables solo a materiales educativos y no a otros materiales como los religiosos. Los separa su su esencia retórica.
Espero, como dicen los alumnos,  no haber salido ‘raspao’ en la tarea

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